Tan pronto dije aquellas palabras, aquel sonido que escuché en la casa abandonada se escuchó por la casa. Sentí el tiempo pasar lentamente. Mis oídos me transportaron a aquella noche donde hice el amarre. Una serie de ideas y pensamientos llegaron a mí en un instante, comparando todo lo que estaba pasando con aquel día. Quedé en shock olvidándome de lo que me rodeaba. Mariela me hablaba, me notó extraño, y le pedí que se fuera a su casa. Ella se marchó en llanto mientras no me sacaba de la cabeza el amarre. Me planteé si lo que hice y lo que estaba pasando era correcto. Para mi cabeza de joven un amarre era algo tan inocente como un estimulante, pero no, fue más profundo y lo aprendí en carne propia
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