En casa, mi tía tenía dolores de cabeza a diario que le impedía realizar sus actividades con normalidad. Si bien no se sentía tan mal como yo, se dio cuenta de que esto no era una coincidencia. Fue ella quien lo atribuyó a mi madre y que nos estuviese embrujando. Con un amigo de mi tía que es santero, estudió nuestro caso confirmando que mi madre nos estaba atacando con brujería. Sus ataques estaban dirigidos a mí, y por cercanía también pagaba mi tía. Sabía que mi madre no me quería, pero jamás imaginé que llegara a ese punto. El santero prometió cortar con todo tipo de trabajo, pero que debía de estar lista por si mi madre atacaba de nuevo. Según el santero, no quería eliminarme, solo quería
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