Cerré mis ojos tratando de conciliar el sueño cuando inesperadamente algo calló encima de mi pecho, algo que no me dejaba respirar, ni moverme, quería gritarle a mi esposa, trataba desesperadamente de mover tan solo mi brazo y mover a mi mujer para que me ayudara, pero ni un dedo lograba mover y mucho menos hablar o gritar. Mis párpados parecían pegados no podía abrirlos por más que lo deseaba, no supe que tiempo estuve así, pero sentí que era mi fin, eso que me ahogaba se acercó a mi oído, claro sentí su cercanía y su piel sumamente rasposa. ¡Jamás te dejaré en paz!
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