CANTOS DEL WEST HIGHLAND WAY 15. Ben Nevis, Fin del West Highland Way

Edgardo Montero

09-09-2023 • 3 min

15. Ben Nevis, Fin del West Highland Way

He abierto unas cuantas más puertas a mi conciencia a través del West Highland Way, en sus vías he accedido una vez más a la sabiduría que emana del crujido de mis pisadas en las rocas, su neblina ha elevado mi sombra hasta mis ojos y como en un espejo me reflejo en cuanto observo, me he unido con el flujo de las esporas avanzando y reproduciéndose en el viento, al mágico crecimiento lento de los hongos en la materia descompuesta, en los árboles que han caído pero siguen vivos y sus raices crean nuevos ecosistemas, como ellos aun cuando caigo sigo en la evolución, la creación es infinita, lo siento, lo encarno, lo creo, soy una materia viva.

He renacido muchas veces en esta existencia, al estar por completo conmigo en las travesías, me doy cuenta de los cambios que me están sucediendo, los comprendo, los abrazo, los acepto e interpreto el movimiento de las nubes en el cielo. Soy esa variación informe que no cesa de moverse, ese cúmulo que oscurece y da paso a la luz de repente. Soy también la montaña que la exhala, la forma amorfa que me forma se desdobla en un concierto de hojarasca.

No ceso de verme y me doy cuenta de cuán simples son mis necesidades, pero en qué grandes problemas complejos entretengo a mi cerebro, es una lástima que en el fondo seamos incapaces de disfrutar cuanto tenemos y estemos casi condenados a estar insatisfechos buscando aquello de lo que carecemos, pero creo que también gracias a eso es que hemos como humanidad avanzado.

Al final del West Highland Way está el gran Ben Nevis, quien me muestra su glaciar cara gris de montaña y me grita en silencio “ven hacia mi, te traje hasta aquí para que intentes entrar en mi, el camino no termina, hasta que comprendas la perspectiva universal y atemporal” y algo en mi contesta “quiero cesar un poco más mi lógica y darle paso a la sensibilidad que me desborda, abrirme la cabeza un poco más para dejar salir al arcoíris que hay en mí, debo dejar que esta cirugía a corazón abierto me siga transformando en lo que deseo, que las hojas blancas no cesen de llenarse de tus consejos”.

Los árboles resuenan como uno solo en un rumoroso estruendo, el cataclismo de mi mismo está sucediendo, el eterno regreso hacia la naturaleza me concentra, me dejo ir en la espiral, suelto por completo el peso, voy haciéndome cada vez más ligero, tomo más y más velocidad, hasta que regreso a mi ser original, me veo con cariño y me abrazo una vez más, ha sido difícil llegar hasta acá, nos digo, ha sido doloroso, pero es divino, somos el más grande misterio, el más bello, el único que tengo.